LA EDUCACIÓN DENTRO DE LA FAMILIA
Como base esencial de esta sociedad, la
familia estaba también perfectamente reglamentada. Los romanos fueron un pueblo que amaba
el orden por encima de todo y en Roma todo (menos las calles) estaba perfectamente
ordenado. Cada unidad familiar constaba de un pater familias o padre de familia
bajo cuya autoridad y tutela se hallaba la esposa, los hijos, los esclavos de su propiedad
y los clientes, si la familia era lo bastante importante como para tenerlos.
Pater familias: era el
dueño legal del hogar y de todos sus miembros. Él era el que trabajaba para sostener la casa y tomaba las armas en caso
necesario para defenderla y por tanto era la pieza sobre la que giraba toda la familia. Es la máxima autoridad
familiar gracias a la Patria Potestad de que dispone, por la cual él es la ley dentro de
la familia y todos los demás miembros deben obediencia a sus decisiones. TenÃa poder legal sobre todos los miembros de su familia
además del poder que le daba ser su mantenedor económico o su representante ante los
órganos polÃticos de Roma.
Esposa Romana: TenÃa más libertad que la esposa ateniense clásica y mucha más que durante épocas posteriores. Las sociedades entonces eran patriarcales, es decir, que la economÃa, militar y polÃtica era cosas de hombres. Con sociedades inmersas en continuos conflictos bélicos, el papel del hombre dominaba, la sociedad querÃa hijos para cultivar las tierras y luchar contra sus enemigos y la mujer tenÃa un papel secundario.
La domina o señora ahora se ocupaba
de su nueva casa, las pobres de lavar la ropa, limpiar, hacer la comida y las ricas de
supervisar cómo hacÃan eso los esclavos.
Pronto llegaban los hijos y ella debÃa
ocuparse de las primeras etapas de su educación como Aurelia se ocupó de la del joven
César, enseñando a su hijo lo que significaba ser romano. Si el esposo se ausentaba su
palabra era ley dentro de la casa tanto para esclavos como para clientes. Además
tenÃan libertad para salir de su casa para hacer compras, visitar amigas, asistir a los
espectáculos públicos, a las termas femeninas o a los templos. Mientras estuviera bajo
el techo de su padre la mujer le debÃa a éste obediencia paternal y mientras estuviera
bajo el de su marido le debÃa a éste obediencia conyugal. En el caso en que una mujer
quedara huérfana y no estuviera casada, o si lo estaba quedara también viuda se
convertÃa automáticamente en sujeto de pleno derecho, aunque este caso era considerado
por las mujeres de aquella época no como una liberación, sino como una gran desgracia
puesto que quedaban solas e indefensas.
Los hijos: Estaban sujetos a la
tutela paterna mientras no formaran su propia familia y se desvincularan asà legalmente
de dicha tutela, pero estaban sujetos a la autoridad paterna (la Patria Potestad) mientras
el padre viviera debiendo guardarle respeto y obediencia. Tras el nacimiento el hijo era
presentado a su padre que lo reconocÃa como suyo cogiéndolo en sus brazos en la
ceremonia llamada sublatus. Si el padre no reconocÃa al niño éste podÃa ser
abandonado para que muriera, aunque este extremo no era en absoluto frecuente, ni mucho
menos. Si era niña se la adjudicaba un nombre a los ocho dÃas del nacimiento, si era
niño a los nueve dÃas, los niños tenÃan tres nombres tal y como hemos visto, las
niñas uno sólo
El registro oficial del recién nacido tenÃa lugar en el templo de
Saturno en un plazo de 30 dÃas desde su nacimiento. Si la familia podÃa
permitÃrselo el niño era adiestrado por un profesor contratado que le instruÃa en casa.
Para acceder al segundo escalón de estudios sobre sobre gramática y literatura se
necesitaba a un profesor particular, un gramaticus que le enseñaba latÃn y
griego. Julio César fue adiestrado en estas disciplinas por Marco Antonio Gnifón, un gramaticus
de origen galo. El tercer escalón era el aprendizaje de la retórica, generalmente
enseñada por un rhetor.
Para los varones la mayorÃa de edad, su
ingreso en el cuerpo ciudadano con plenos derechos tenÃa lugar a a los dieciséis años
aproximadamente y se solÃa realizar durante las liberalia, las fiestas de Liber
Pater y Libera, el 17 de marzo. El muchacho se desvinculaba de su niñez
ofreciendo la toga praetexta infantil y la bula a los dioses y se vestÃa con la toga
virilis de color lana natural, el orgullo del ciudadano romano. Después acudÃa,
acompañado de toda su familia, amigos y clientes, a inscribirse como ciudadano romano de
pleno derecho y ofrecÃa un banquete para celebrar su nuevo estatus.
Los clientes: Estaban considerados como una parte especial de la familia ya que la clientela era una institución muy arraigada en la sociedad romana. Las familias importantes se vanagloriaban del número de clientes que tenÃan y su prestigio y poder dependÃan en buena parte de ellos.
Un cliente era un romano que se encontraba
bajo la protección de otro. A finales de la República prácticamente todos los romanos
eran clientes de otros romanos que a su vez lo eran de otros. El patrón tenÃa la lealtad polÃtica de su
cliente y a su vez debÃa protegerle y ayudarle cuando lo necesitara. Se preocupaba de
buscarle alojamiento si lo perdÃa, de encontrarle una buena esposa, se asistirle
legalmente o de prestarle dinero y el cliente apoyaba todos los proyectos de su patrón
votándole, asistiendo a sus fiestas, haciéndole la "pelota" al fin y al cabo.
Esta situación era de gran importancia en aquella Roma, ya que las fuerzas polÃticas
necesitaban el mayor número de clientes posible, y cuanto más importantes fueran mejor.
Los esclavos: Formaban parte de la
sociedad romana y de todas las sociedades de aquella época, y desgraciadamente de otras
épocas también. La esclavitud en aquellos tiempos era algo completamente normal, los
esclavos lo eran porque habÃan sido derrotados en una guerra, porque habÃan sido
vendidos por no haber podido hacer frente a las deudas, por castigo legal o simplemente
porque nacÃan de padres esclavos. En Roma al menos tuvieron el derecho de poder comprar
su libertad y de incluso ser ciudadanos romanos. Los esclavos recibÃan un sueldo que
dependÃa de sus amos, como de sus amos dependÃa el trato que recibÃan, según la
calaña del amo la falta se sancionaba con una reprimenda o con latigazos, el amo tenÃa
potestad legal incluso para matar al esclavo si éste cometÃa una falta grave. Con el
dinero ahorrado el esclavo podÃa comprar su libertad a su amo o bien éste, después de
años de leales servicios le manumitÃa, es decir, le liberaba y asà el esclavo,
convertido en liberto podÃa ser inscrito en el censo de ciudadanos romanos, incluso
adoptando el nomen de su antiguo dueño y convirtiéndose en cliente suyo. En Roma, en medio de la más espantosa situación como era la esclavitud,
siempre existÃa la posibilidad de salir de ella, cosa que en otras culturas nunca
ocurrió.
En conjunto, la familia romana funcionaba
como un micro universo en el que cada miembro tenÃa un papel definido, cada una de ellas
tenÃa un pater familias y cada gens tenÃa a su lÃder natural.
Irene Alvarado Diaz.
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